Wilson Amado Gamboa

Señora

 

A dónde paran sus íntimos suspiros,

cuando la noche,gélida y perezosa,

vestida en viento, lánguida y lloviznosa,

rodea su cuerpo cubriéndola en sus giros.

 

También medita mi mente sin censura,

ahogando el pecho los gritos con tristeza,

tratando en vano, sacar de mi cabeza,

su cuerpo y su alma, que adoro con locura.

 

¿A dónde viajan sus quedos pensamientos?

¿Algunas veces se encuentran con los míos?,

y corren libres cual caudalosos ríos

trenzando alegres, prohibidos sentimientos.

 

Recuerdo a veces nostálgico la tarde,

que vi sus pasos camelando a la brisa,

su dulce aroma, su cándida sonrisa

y al ver su dueño, de rabia fui cobarde.

 

Pensé en mi adentro –“Feliz quisiera hacerla”-

-“Mujer tan bella merece ser dichosa”-

Y es que una reina, jamás fue tan hermosa,

-“¡Plebeyo imbécil!, ¿qué?...  ¿No sabes quererla?-\"

 

Mas sus azules retinas me miraron,

y en su profundo noté una gran tristeza,

su hermoso rostro, radiante de belleza,

a su alma triste sus ojos delataron.

 

Y aquel domingo que hallándonos en misa,

el padre dijo: -“De paz dad un saludo”-

Tomé su mano tan suave y quedé mudo,

al ver tan bello candor en sus sonrisa.

 

Desde ese entonces nos vimos cada tarde,

de sombra en sombra del sol en el ocaso,

su amor fue mío, muy mío en cada paso,

más de sus besos no pude hacer alarde.

 

Si libre fuera, de títulos nupciales,

le diera mi alma, le diera mil jardines,

los cuatro vientos, el mundo y sus confines,

los siete mares y auroras boreales.

 

Y sus lágrimas serían de alegría,

sus cantos de hada le harían coro al viento,

al ver sus ojos celoso el firmamento,

más cada instante sería solo mía.

 

Hermosa dama, quisiera haberla hallado,

en el camino que a veces sin destino,

me trajo amores de aquellos que con vino

y cuerpos tibios durmieron a mi lado.

 

Su amor tan bello, fue fiel a mi cariño

y el sentimiento que adentro nos quemaba,

rondando calles en bocas murmuraba.

Lo conocieron del más viejo al más niño.

 

La fiel señora que en casa me esperaba,

se fue una tarde, traidora con su amante,

dejando un corto camino por delante

y un llanto largo que casi no se acaba.

 

Por eso escuche, mi hermosa y blanca dama:

-\"No quiero entonces legar el sufrimiento

a un hombre honesto que espera en su aposento

y que acaricia nostálgico su cama\"-.

 

La noche llega muy triste, oscura y fría,

y las tormentas se ciernen en la mente,

me duele el alma, más quiero ser consiente,

que habrá una dama completamente mía.

 

Mujer divina, llegamos a deshora,

a los caminos que cruzan nuestras vidas

y en esta esquina de oscuras despedidas

le digo adiós, hermosa y fiel señora.