Ariello

Las aretas

 

Jesús en una tienda no lejana

compró para María Magdalena

costoso crucifijo, una cadena,

de aretas, la pareja en filigrana.

 

De Lázaro es usted su linda hermana,

su tumba ya lo alberga entre la arena,

él tiene las aretas ¡ay qué pena!

guardarlas se las di en esta semana.

 

Y justo lo condujo hasta su tumba,

la voz de don Jesús allí retumba:

¡Levántese buen Lázaro! ¡despierte!

 

¿Y dónde amigo tiene las aretas?

¡No sé dónde las tengo Jesusetas!

¿A  eso me despierta de la muerte?