Jesus Cuero

una hora del día

Es como un espasmo, 

aquellos que no te deja avanzar aunque estés mirando siempre al frente, 

mirando siempre hacia un lugar que esta más lejos de lo que tienes

a un costado. Si fuera acaso la realidad.

 

Descendiente de humano, la soledad lo lleva a desaprender, 

se cobija en las noches solo y pensando recurrentemente 

en lo fatídico que es el viento que se cuela por la rendija 

de su ventana. No logra tan siquiera abrazarse a si mismo.

Tira duro del cordón umbilical que le ata esta vez por la espalda, 

que lo alimenta de sentimientos que dejo olvidados en la infancia, 

tira duro de él y sufre cuando empieza a desprenderse. 

Se enamora para intentar sanar.

 

Ella o el dijeron alguna vez, 

que los ojos que tienen de frente, buscan perderse en la soledad, 

buscan oscuridad y buscan oxígeno, no los buscan a ellos. 

No eres vida de nadie, pero quisieras compartirla.

Ella o el olvidaron alguna vez decir te amo,

y pasaron a engrosar las filas de las historias

cotidianas de soledad adyacente que circula por las calles.

 

 

De Ismael Cuero