Rubén Martín Pereyra

EL LLANTO DE UNA GOTA

EL LLANTO DE UNA GOTA

 

Sumergido en el sofá

advierto como se desliza esa gota por el vidrio del ventanal

con que sutileza avanza, viene hacia mi... 

¡Que formas! no puedo resistir, debo contener su fogosidad

siento que mi corazón acelera las pulsaciones

mi cerebro convulsióna con esa cadencia inmaculada,

antes de preguntarle ¿cómo una pizca del mar

horadó el cristal sin perder la elegancia?

observo que comienza a transformarse

en un gran manto traslúcido

me cobija y humedece la piel con un cálido perfume

mis ojos inundan de placidez

la voz de la ola susurra en mis oídos,

tómala confúndete en la humedad

está sola, soltó de la cresta y no puede regresar,

en un acto de contención me acerco

intento acariciar sus ondulaciones

lamer su sal en mis labios

y motivar el fuego que de mis poros vertía,

con un cariño apasionado ciento que la transparencia

con mucha ternura y una mirada angustiosa 

se diluía sobre la alfombra,

en un intento desesperado trato de restituírla

pero ya era tarde,

un lagrimeo entre mis dedos escurría.

 

Rubén Martín