Saúl Z.

Te quiero con la mirada

No te sorprendas,

cariño,

si te miro demasiado:

Es algo tan mío

eso de verte

cada segundo que estás a mi lado.

Debes saber que te miraré con frecuencia.

No pienso perder detalle alguno

de ti mientras comes,

mientras caminas, ríes, lloras,

te enojas, hablas o piensas.

Tengo planeado observarte

por el resto de mis días.

Así hasta que conozca perfectamente

cada centímetro de tu piel,

hasta saberme de memoria tu figura;

tus cicatrices,

la forma de tus lunares,

el número de tus pestañas,

el largo de tus piernas,

lo ancho de tu busto,

de tu cintura.

No pienses que te miro raro

cuando te miro a los ojos;

no es que me seas extraña

o que esté yo loco.

Es más, ni siquiera te veo,

ni siquiera te miro:

yo a ti te disfruto,

te contemplo, te descubro, te admiro.

Observo, mudamente,

lo profundo de tus ojos;

como queriendo llegar a tu alma,

como queriendo entrar sin causar destrozos.

Te observo como queriendo descifrarte,

queriendo entenderte,

y que comprendas lo mucho que te quiero

tan sólo con verte.

Te quiero así,

con la mirada…

Y te querré eternamente

con todo mi cuerpo y con toda mi alma.