Marellia

De mí...digo (Carta)

 

 

Fui poesía antes de nacer cuando mi madre me asignara el nombre de Mariela, si era mujer, por la protagonista de una novela romántica que leía mientras crecía en su vientre y se gestaba la ilusión.

Nací poesía en el seno de mis padres y mis hermanos en el amor contenido en un abrazo, mi absoluta realidad, mi presente, mi ayer y hoy. 

Fui  niña poesía, agreste, greda y terruño con los ojos abiertos, descubriendo el mundo y “en mi lugar en el mundo” despertando a la vida, prematura existencia desde el paso a mujer. 

Fui poesía  que adolece en esa angustia que ahogaba, por mi dolor de crecer y que no podía expresar con palabras, así, una música, un gesto, un instante, alguna puesta de sol o un virginal amanecer me inundaba, no existía la palabra, solo esa lágrima furtiva, solitaria que el plumón de mi almohada cobijaba.

Así era yo, poesía inconclusa aun no nacida, maltratada en la inocencia.

Fui  poesía concreta no abstracta, cuando a mis años  12, 13, 14 y algo más me atreví a volcar mis pensamientos en un papel, algunos bosquejos de poesía  enamorada, romances y emociones nacieron en mí.

 Fui novia, mujer, esposa, poesía, construyendo mis pedazos en la ilusión intacta de sueños concretados (lástima que exista el cuento del  príncipe sapo) convertido con el paso de los años

 Fui Madre, poesía  ausente, explorando el maravilloso mundo de dar vida, escribiendo sin letras el libro de existir en mis hijos. Descubriendo en sus ojos y escribiendo en sus plantas la fortaleza de ser quienes  son  

Fui poesía Mujer cuando sentí la necesidad adulta de realizar una terapia, especie de exorcismo de mi alma atormentada, de pesares, amores y sin sabores, dolorosas ausencias, irremediables e inexplicables pérdidas siempre en guardia tras mis púas, sangrante mis heridas de soledad.  

Soy poesía hoy madura, firme, viva y tangible, me nutro de las más bellas expresiones de poetas, de mi misma por que soy cada día un alma nueva.

 Soy Ixchel (\"La blanca\") o acaso hija de Afrodita, apasionada  Lilith de la noche  o quizás simple dualidad de la mística pisciana nacida cuando el final del verano se pintaba del ocre del otoño.

 Soy poesía, libre y cotidiana, cuando amo, cuando digo “te quiero”, cuando los brazos de niño “hombre” se enredan en mi cuello y su beso infantil me alcanza, me devora, me traspasa la piel y los huesos, se hace risa en sus caritas y luz en sus pestañas, y el héroe de  historieta de turno me saluda reverente en su universo de magia, de palabras recién estrenadas, de los juegos inocencia de versos , quien pudiera crear un mundo perfecto para mis niños, mi continuidad de ser, sentir y crecer.

 Soy poesía, no poeta, cuando digo –“me gusta la soledad que no es lo mismo estar solo” cuando digo –“me gusta el color de tu mirada que no es lo mismo el color de tus ojos”

Soy poesía, no poeta,  cuando palpita  y fluye lo que hay dentro mí.