Diluz

De lo que se escribe y de lo que se hace.

 

“Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad.”

 

General Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.

 

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De lo que se escribe y de lo que se hace.

 

Cuando las letras fluyen  abundando el escribir,

es que me apura pensar  lo pequeño del sentir,

cuando se dice y se hace el contrario de lo escrito

termina diciendo nada…lo mucho que se haya dicho;

 

pronto viene la estocada recurriendo a la mentira

para culpar e insultar al que diferente opina.

 

Yo no creo en las palabras, si  no dan aprecio propio,

y se escriben para el otro acomodando las rimas,

buscando armar la Poesía acordando con las reglas,

sin respetar sentimientos del que la lea  y la sienta.

 

Pues cuando el orgullo  aflora, con soberbia que denota,

no le  hace honor a las  letras, ellas del alma no brotan.

 

 

Creo sí, creo en el arte que lleva  la palabra escrita,

del que calla o del que grita a  voz en cuello y su pluma,

entre rimas o ninguna  la injusticia denunciando

y con su ejemplo avalando lo que en versos amerita.

 

Que no se calle el Poeta dando su ejemplo de vida;

corroborando en anuencia, la esencia de su Poesía.

 

Autora Alicia Almeida *Diluz

 

 

Otras frases de Manuel Belgrano.

 

Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos.

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Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella.

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Sirvo a la patria sin otro objeto que el de verla constituida, ése es el premio al que aspiro.

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No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo.

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A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra.

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Bien puede pesarle a todos los demonios, pero en mí no tendrán jamás cabida.

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Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad.

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Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida.

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Deseo que todos sepan el bien para alegrarse, y el mal para remediarlo, si aman a su patria; así que nada oculto ni ocultaré jamás.

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El honor y el premio son los resortes para que no se adormezca el espíritu del hombre.

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El miedo sólo sirve para perderlo todo.

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El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente.

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En mis principios no entra causar males sino cortarlos.

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En vano los hombres se empeñan en arrastrar a su opinión a los demás, cuando ella no está cimentada en la razón.

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Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase el bien público estaba a todos instantes ante mi vista.

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Esta paz tan estimable se compra al duro precio de la sangre y de la muerte.

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Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizando su felicidad y holgando su industria.

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Estoy muy acostumbrado a contrastes y más espíritu tengo en ellos que en las prosperidades; me ocurre siempre en éstas que después del buen tiempo viene el malo y en éste que ha de venir aquél.

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La agricultura es la madre fecunda que proporciona todas las materias primeras que dan movimiento a las artes y al comercio.

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La vida es nada si la libertad se pierde.

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Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie.

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Los hombres no entran en razón mientras no padecen.

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Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud.

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Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos.

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No busco glorias si no la unión de los americanos y la prosperidad de la patria.

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Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino.

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Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para aquéllos.

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¿Qué otra cosa son los individuos de un gobierno, que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigirlos del modo que conforme al interés público.

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Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido.

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Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos.

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Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método no desorden; disciplina, no caos; constancia no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia.

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Yo no sé más que hablar la verdad y expresarme con franqueza esto me lo he propuesto desde el principio de la revolución y he seguido y seguiré así.

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Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria.

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Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad.

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Los gobiernos ilustrados, conociendo las ventajas que prometen el premio y el honor, han echado mano de estos principios motores del corazón humano para todas las empresas.

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Mis intenciones no son otras que el evitar la efusión de sangre entre hermanos.

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No hallo medio entre salvar a la patria o morir con honor.

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No busco el concepto de nadie, sino el de mi propia conciencia, que al fin es con la que vivo en todos los instantes y no quiero que me remuerda.

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Ninguna cosa tiene su valor real, ni efectivo en sí mismo, sólo tiene el que nosotros le queremos dar; y éste se liga precisamente a la necesidad que tengamos en ella; a los medios de satisfacer esta inclinación; a los deseos de lograrla y a su escasez y abundancia.

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Mis ideas no se apartan de la razón y justicia que concibo, ni jamás se han dirigido a formar partidos, ni seguirlos.

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¡Muchas gracias Salta! “La linda” Por honrar la historia y los Patriotas!

Recordando a Walter y Egar que con mucho orgullo nos mostraron las bellezas de nuestra Argentina en una excursión recorriendo las provincias de Salta y Jujuy.