Diaz Valero Alejandro José

Merecido galardón

 

Supe de un niño,

hermoso chicuelo,

de espíritu henchido

por el ser supremo.

Es conversador

y muy consejero

porque tiene el “Don”

que del cielo le dieron.

Su mirada sin luceros,

brilla sin embargo,

porque tiene algo

que lo hace sereno.

Es luz en tinieblas,

es llovizna en tierra seca

por esa grandeza

que a todos entrega.

Es flor mañanera,

es bálsamo para heridas

de pureza no corrompida

que ante todos se eleva.

Es mariposa que vuela,

es canto de riachuelo,

es dulce primavera

con capullos que abrieron.

Su mágica presencia

de dulzura y terneza

emana una pureza

que alegra  la existencia…

Según se cuenta

en su humilde vecindad,

en tiempos de navidad

a los vecinos y parientes

repartían juguetes

como acto de caridad,

y el niño ciego en su bondad

decía según su parecer:

“Den primero a los niños que ven

que eso les hará feliz,

y si queda me dan a mí

que yo igual lo recibiré”.

Ese niño con sobrada fe

es cristiano igual que su abuela

y felizmente se consuela

diciendo con mucho esmero

que si Dios no le da la visión

le tendrá guardado ese galardón

para cuando se vaya al cielo.

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela