Samuel Santana

Un pueblo triste

El dolor, con toda su intensidad inaguantable,

permanecía incólume en la puerta del palacio.

El viento planeaba junto a las aves

que no durmieron,

intentando comprender los

sentimientos del pueblo pobre.

Desfallecidos obreros que buscaban ilusiones

cavando flores frente a las

iglesias con el cansancio de los pies

y el alma rota.

Pero como una maldición apocalíptica,

la rampante miseria era alimentada

solo por las nubes grises que arrojaban espantosos

truenos y destemplados relámpagos.