Olivera Dayana

Volver

Siento el dilema de volver, volver al timbre ruidoso argumentando un descuido, un objeto olvidado quizás extrañando a otras cosas. Sin dirigirme a usted en primera persona, volver para ver si has cambiado de sitio aquello que pasó por nuestras manos entre disputas muy locas. Volver con la satisfacción de pertenecer a otra fiebre igual de importuna que la que tú trenzabas en mi cuello pero un poco más tranquila. Volver para hablarte por dos segundos luchando constantemente entre lo que dice tu voz y esconde mi boca. Volver y sin que me veas, tumbarme despacio sobre ese ejército de almohadas que tanto me irritaba a la hora de buscarte con desesperación. Quizás no vuelva pero vuelvo siempre corazón aunque ni yo me lo crea. Vuelvo por la línea de lo que vas dejando caer por las montañas, la indirecta absurda que se asocia despiadadamente con las culpas que me invento y que nunca tuviste. Porque todo vuelve sin directrices con el amontonamiento de pugnas sin estrenar. Seguro lo hubiésemos superado pero no, no fuimos capaces de apagar esa excusa barata para nunca aventajarnos. Somos así, conforme lo pisoteamos.