Marc Tellez Gonzalez

Ya eres un ángel: hijo mío.

 

 

Santísimo Dios que en los cielos te encuentras, cuántos ángeles ya son tuyos, qué más te hizo falta otro teniendo tantos hijos.


Hijo de mi, de mi corazón, todo te santifica, hasta mi tristeza no aguanta el dolor de ser ya un ángel.


El viento ya no lleva tu aroma, ni el ruido que hacían tus aplauso o pasos cuando me hablabas de ti.


En tus ojos se representa el paraíso de ser tu padre, tus ejemplos, tus mimos, tus gozos, tus tristezas, cuantiosas alegrías y cánticos que nos dedicabas; quien dijera tanta vida que me diste y nos diste, y que hoy, se aleja sobre el viento tu presencia divina.


Quizás no debería de existir la vida después de ti, pero! el tiempo debe continuar, porque alguien más sigue tus pasos, los míos, los de la vida.


No me canso de adorarte entre las brumas de la tristeza que has dejado; pero sé que feliz te acoge Dios, y nuestros demás ángeles que están a tu lado; se dice que a mejor vida has pasado y eso, en algún momento de los tiempos lo habré consumado con la fuerza y sabiduría de Dios, en la resignación de no ver tu presencia, consagrando y gozando de tu eternidad que yace en mi corazón.


Jamás entenderé los designios de Dios, y de rodillas le pregunto tantas cosa que me enfadan con él; pero sé que su sabiduría aún no esta a mi alcance, y que por algo hoy según Dios, ya eres un ángel que pertenece a la eternidad.

Te amo angelito mío.

 

Marc Téllez González.