B Quinchanegua

Devaneo

Devaneo:

Oh alondra blanquecina que has sido siempre mensajera de vida

en tus labios lúbricos has sabido contener el alma mía,

en tus ojos pardos desorientadas deambulan mis miradas

y en tu talle esbelto, mis manos débiles descansan ignoradas.

Alondra: del viento la erosión, tuyo el arte de encantar mortales,

Seres complejos que ante el estruendo de tu voz se vuelven triviales;

Y quien culpa a los desdichados, si sueños turbios tenemos todos,

los míos son: ceñir tu vientre, besar tu cuello, rosar tus codos;

Extiéndeme tus brazos perfectos, te envidia la venus de milo,

no esculpe Rodin unos así ni con el más delicado filo,

y que me abracen las extensiones vivas de tu ser con firmeza

tal como agarra en las violentas lluvias el árbol a su corteza.

En la oscuridad de la noche fría la luna en tu curso apunta

recomienda la pompa láctea que te formule una pregunta:

¿serás capaz acaso de pagar con indiferencia cortante

el sentimiento que en ti descarga herido, este divagón errante?