Encontré, bajo el rastro de tu mirada, en el recuerdo,
varados en el tiempo, aferrados al viento y cobijados de silencio
a los rayos encendidos del brillo de tus ojos pardos y al instante,
como un susurro de alerta del pensamiento contemple el cielo
y divise sobre una nube gris el horizonte de tus besos, el desliz, el verbo...
y volví a sentir el aroma de tu perfume; sin nombre y sin etiqueta,
me volví a hallar enredado en tu cabello, volví a recorrer la superficie de tu piel al tacto de de la yema de mis dedos,
volví a besar hasta la sombra de tu alma y a desnudar tus sueños
y a escuchar tu voz y a verte sonreír para mi de nuevo,
y con el suspiro del ultimo sorbo de cigarrillo de mis ilusiones sin alas,
mire por ultima vez la banca vacía de madera de aquel parque viejo
donde me hacían soñar tus besos y le sonreí al Jordán...
y seguí mi camino a el cementerio.