yito

INDIO

 

La codicia armada de sables y fusiles

se extendió en fortines por tierras sureñas

hollando el paisaje de verdor bravío,

allá donde el indio, levanto su nido.

 

Aves carroñeras sobre los despojos,

quebrando la tierra, sembrando el olvido

desde las montañas, hasta el ancho río.

¡ Pobre pueblo mío, cobrizo y querido!

 

Con flores de cardo brotando en tu pecho,

la ambición del blanco te segó el destino,

y hoy en el desierto que tiembla de frío

te reclama el viento que silva en los pinos.