Beatriz Blanca

TEMPESTAD DEL ALMA

En una agitada tempestad de labios fríos

erguida en la cresta de la ira impulsiva

me cubrieron los médanos de desiertos idos

que descansaron destructivos en mi tumba tibia.

 

Se disolvieron los paisajes adorados de mi mente

cuando el presente me invadió de soledad herida

y me arrastró a una cuenca desolada y vacía

con una potencia enardecida y prepotente.

 

De rodillas, cual penitente, flagelaron mi vida

con su loca desventura y me cubrieron con cilicios

que a los encajes de mis sueños destrozaron

para abandonarme en un sepulcro ficticio y frío

 

El tiempo no borrará las heridas de mi huerto

pero, ya la hiedra trepó hasta mi cuerpo tibio

cubriéndome cual letanía que sanará mi suelo.

yo recobraré las fuerzas cuando llegue el olvido.