Clavelina

Mi azul cálido lejano

          Se alzan chispas de fuego ardiente,

rápida, vigorosamente,

asemejándose a esas flores rojas

tan perseguidas por mis mariposas.

¡Y es q todas vuelan hacia ti!

¡Qué desperdicio, se alejan de mí!

¿Dueña de qué soy

si mis memorias quieren el Sol?

No puedo aclamarte con frías palabras,

artificial calidez, que antes llameabas.

¿Entre tus paredes de brasas

quería yo encontrar la paz?

¿O qué clase de libertad

nace de pétalos de cadenas?

Era una presa en espera

de vientos de humilde frescor,

de ilusiones en una visión

bañada de mares

que acogían los pesares,

encarnadas en un llanto

ya muy seco, ¡lastimero!

Son tus palabras la melodía,

que quemando, abre los días.

Jamás es noche en esta flor

roja tuya. Siempre está vivo el calor.

Luz eterna aquí dentro:

amanecer de amor eterno,

que me hace extrañar la Luna,

también las alas del alma.

Tontas, inocentes mariposas,

que prefieren prisiones en tierras

cantando cual musas que besan

a su carcelero y sus paredes de seda.

¿Cuándo será que se abren

esos pétalos que saben

enamorar los vuelos

de jóvenes comienzos?

Que no sea noche perenne

en el momento en que los vientos regresen…