Alexander J. Montero

La tundra

Ojala que no llame, no ojala que no,
Que no derrumbe las paredes de mi sombra
Al paso de su luz, ojala que no me sople
El corazón con sus ojos y sus lunas.
Que fácil pierdo la cordura,
Que fácil florecen en mi las flores,
Yo que soy ártico me entrego delicioso
A la primavera, yo que soy la estepa y la tundra
Que fácil, que fácil me doy al sol,
Es lógico suponga tanta disposición,
Sí se piensa sí que lo es,
sí que se entiende tal fascinación.
Por eso ojala que no llame,
No sé qué haría con el reverdecer de mis arboles,
Con tanto calor y luz no sabría que hacer.
El viento del verano en su cabello,
Su sonrisa esquelética y mi corazón tan entusiasmado.
No otra vez no…
Parece que algo está rondando