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Freddy.

 Tijuana B.C. México a 07 de abril del 2016

 

Freddy Saldaña:

¡Buen día! O tardes, dependiendo la hora en que este mensaje llegue a ti; pues sé que nunca dejarías para mañana la acción de una grata lectura. Ni mucho menos cuando ésta sea por parte de las letras de un viejo amigo. Así que confío en que lo leerás cuando sepas de su existencia.

Antes de comenzar con lo que tengo que decir, permíteme felicitarte por las metas que has hecho en estos últimos años: Supe que te enamoraste, me da gusto. Espero y haya sido la indicada y, si no, bueno, ya me ves a mí. Salí de un amorío triste pero aquí sigo. Me enteré también de que hiciste en papel y tinta los escritos que hicimos hacía ya mucho tiempo, un poemario.  ¡Qué alegría! Es el trabajo de unos cuantos años. Aunque el libro está a mi nombre, sabes muy bien que tú hiciste casi todo al poner el corazón en todos esos versos. Yo sólo te ayudaba en unas cuantas rimas y los daba a conocer. Me llegó la noticia de que estás en la última etapa escolar, eso es excelente. Después de esto sigue vivir de todo lo que has aprendido. Espero y nos hayas dejado lecciones importantes.

Bien, ahora que decoré esta carta con saludos y elogios, he de confesar el motivo por el cual te escribo, mi querido amigo; por una grata despedida.

Sé que el tiempo ha terminado, y es mi turno ahora de tomar las riendas. Tengo que confesar que  ya nada es como antes. Perdí mi inspiración, mi fe, la alegría de estar con tu familia y las ganas de hacer todo eso a lo cual tú le ponías empeño. Ahora estoy vacío.

Freddy, ahora toca una nueva etapa ¿sabes? Y ya no somos los niños de antes, ahora es cada vez más difícil tener el mismo optimismo o alegría. Me es difícil tener motivos para continuar.

Siempre hemos sido algo distintos, tú preferías salir en las mañanas y yo en la noche, tú prefieres el rojo y yo el azul. Tú decías estupidez y media (sabes que lo digo de cariño) y yo prefería quedarme callado. Querido Freddy, siempre traté de seguir tus reglas, “Levantarse temprano y hacer lo que haya que hacer” “Estar ahí para todos” “El amor está ahí para todos” y “Estar siempre alegres”. He tratado de seguir tus pasos, ser un poco más como tú, tener esa inspiración... Pero me llega la inspiración en el momento más sofocante de la vida. Cuando la noche es densa, y sobre el débil viento pasan flotando los recuerdos. ¿Por qué será que a las diez de la noche me siento solo? Querido Freddy,  en fotos me veo y me digo “He ahí ojos llenos de luz y  gracia” Sí, no sabes cómo extraño los días en los que sólo nos preocupábamos por ver a qué hora regresábamos a casa y que mamá no se enojara. Ahora estoy varado en esta inmensa habitación, o tal vez no es inmensa, yo soy muy pequeño. Estoy atormentado por los fantasmas de sentimientos pasados, por besos, sonrisas, por las largas esperas convertidas en medio día y las promesas sin cumplir. He caído en desesperación, en soledad. ¿Por qué no podemos volver a ser como antes, Freddy? Si todas las noches tuviera la oportunidad de ser de ser alguien nuevo, de volver al pasado. Juro sin pensarlo que la tomaría. Estoy harto de estas sombras. Harto de seguir siendo el mismo. Me cansé de pedir perdón, de prometer el cambio y volver a fallar, a caer en desgracias. ¿Por qué la vida no es tan sencilla como en las películas que veíamos?

Imagino que no solo se trata de escribir acerca de ser una buena persona, de tener el anhelo, de querer hacer un cambio. Es cuestión de enfrentarse a la vida, con el tiempo me di cuenta de que uno nunca está solo y nunca pierde las fuerzas.

Disculpa si sólo vine a quejarme en esto que te escribo mi estimado amigo, pero es que a veces pienso demasiado las cosas, que simplemente me atoro en miedos e inseguridades y me encierro en mi pequeño mundo donde nunca pasa nada. Es cierto que a veces olvido todo lo que hemos aprendido en este tiempo y lo que hemos hecho también. La gente que conocimos, las letras que escribimos. ¿Sabes? Ahora me doy cuenta de que tengo miedo a fallar, miedo a que no pueda sobrellevar todo como tú lo hiciste, a preguntarme ¿está bien lo que estoy haciendo? ¿De verdad necesito hacer esto? ¿Quién seré después de todo esto? Pero al final de cuentas, al final de nuestros miedos; hay que enfrentarse al mal. Eso papá nos dijo una vez y mamá lo apoyó.

Sabes muy bien que no espero a que encuentres respuesta alguna en mis preguntas y quejidos, no busco tu apoyo ni nada por el estilo. Simplemente quería que me escucharas, que leyeras mis preocupaciones y mis inseguridades. Sé que debo dejar el pasado atrás y seguir adelante, por más  difícil que sea la lucha debo seguir adelante pues, después de todo, al final, nada nos fue imposible. O al menos la última vez.

Espero te la estés pasando de maravilla en el laberinto de la memoria, mi estimado amigo, allá donde los momentos se convierten en recuerdos llenos de polvo y sólo son desempolvados con un suspiro, cuando la mente los rememora.

 

Quien siempre te encontrará en los viejos escritos:

Alfredo Torres