Jeovany Mikke

Del café al barro

Cuando subía al tercer piso un poco  aturdido, dudaba en cada momento.

El abismal de ideas  protege mi integridad para no colapsar delante de los animales.

Conocí los colores de la tristeza en un vaso de cartón lleno de café y chocolate amargo

que yacía de una maquina antigua; ya partiendo por un tono barroso que mancha el

visillo estropeado supuestamente invisible.

No tengo idea de lo que está por encima de la cohibida caricia del aire acondicionado

en mal estado, y el pesado atuendo de invierno que cubre el infligido achaque.

No hay manera de que piense en la convencional belleza de la mujer que compra

café a mi lado, \"la gente muerta es invisible para mí, como yo ausente a sus miradas\"

El sabor del café me hace caminar y pareciera a vista del moldeado populacho,

el destino que lleva mi ruta.

No saldría de aquí solo para poder imaginarme si soy capas de acabar con todo,

y  lo pequeño que se ven las máculas desde afuera.

Desmoralizado y sonriente acción que nadie percibe ni calla ¡lo grito para mí!

mostrando cual idioma del cobarde...