J. R.

Recuerdo

Toda mañana prelavada en clave de sol 
es viento y sombra de un templo en marea tardía:
dos labios aquemados extrañan todavía
la distancia ceniza en tus ojos de agua negra.
 
Mi mirar perdido al sur más espesa el sentir.
La sed dejó de fluir, no es ya sino ausencia hiriente,
grieta de un muro frente al espejo roto y ciego,
desde que pretendes ser recuerdo solamente
 
(pasado y sal, desgaste vacío, ayer sin piel)
del fuego, otoño de lluvia crecida. ¿Qué siente
si fluye una gota hundida sin saber vertiente,
remolino rojo que riela y luce en la miel?
 
Mujer, día de baile y de pena, das la vida
por vestir al recuerdo de fantasma inconsciente.
Si llegara ese día en que el recuerdo te olvida,
amor, abril nuestro, ¿olvidaré yo que me miente?


 

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