De Sol y Luna

Querida hada: que ella se vuelva niña otra vez…( Aportación tema Semanal amores fantásticos)

Querida hada: que ella se vuelva niña otra vez…

Esto soñaba el muñeco travieso y risueño, que su vida prendía de un infante sueño, una especie de ángel que secaba lágrimas y provocaba risas, que tenía una misión encomendada por Dios; ausencias de la infancia el vino a consolar, es su cabeza de hilaza deshilachada, cuerpo de trapo rosado y con nombre de hombre fue bautizado. ¿Ya lo imaginaste?

Aniceto lo llamaban, siendo de color rosado, no importaba su peculiar nombre esa niña hermosa ya lo acariciaba, y con ello Aniceto empezaba a soñar

Aniceto remplazaba el abrazo y la caricia, no importaba por las noches quedar debajo del cuerpecito de la niña, su cuerpo era a veces la improvisada almohada; Y la amaba, y la esperaba, y ansiaba ver sus ojos de luna en frente a su pecosa cara.

El fabricante no había sido nada generoso con él, Aniceto tenía más pecas que cara y su cabello de hilo era incapaz de tomar forma ni con el mejor de los estilistas, su hada madrina milagros no podía hacer, y aunque en secreto pidió un corazón a Dios para él, jamás negoció la belleza para el soñador muñeco.

El pasaban horas esperando que llegar su bella niña y pasaran así las tardes juntos, se colocaba en sus brazos o frente a sus libretas, la esperaba para hacer sus tareas y así poder disfrutarse jugando y soñando juntos, Aniceto se inspiraba, Aniceto ya la amaba.

Pasaron algunos años y Aniceto veía a su princesa más hermosa y con menos tiempo para él, la niña pequeña y frágil ya estaba a punto de ser mujer.

Aniceto comenzó a sufrir y lagrimitas tristes saltaban de sus azules ojos, ya no quería platicar con su hada, pues le reclamaba que no hiciera nada por que la niña no se convirtiera en mujer, pero su hada no podía hacer nada al respecto

El hada sufría al verlo llorar pero ella solo pidió un corazón para Aniceto a Dios y era el único regalo que Dios podía conceder para él, y dentro de un cajón de cosas viejas Aniceto fue arrojado, no sin antes presenciar por la ventana los dulces besos que su princesa entregaba a su amado.

Y hablo la flor, hablo la luna, y pidieron por Aniceto compasión, y Dios del cielo le concedió una vez más una oportunidad, Dios le concedió al hada madrina de Aniceto, volverse a sentir amado, pero la condición era que Aniceto se convertiría en un muñeco eterno que cambiaría de dueña hasta que lograra nuevamente enamorarse.

Aniceto ha vivido siglos con corazón, ha cambiado cientos de veces de dueña, con otros nombres quizás, en otras vidas tal vez, pero en su eternidad jamás se ha enamorado tanto como aquella vez, de aquella  princesa llamada Raquel, quien lo a olvidado por convertirse en mujer.

 

De sol y Luna

22-02-2016