franklin blanco

Venezuela.

Hay una tierra bendita

que siempre ha sido sagrada,

bañada por pinceladas

petróleo, hierro y bauxita.

 

Rica en diamante y pirita

en oro y plata forjada,

y si la agarras cansada

níquel, cobre y dolomita.

 

Asbesto, cromo, cianita,

magnesio y sal refinada;

de cuarzo y yeso cuajada

caolín, talco y barita.

 

Manganeso, andalucita,

plomo y zinc por toneladas;

arcilla, titanio, grava,

mercurio, estaño y calcita.

 

Feldespato, uranio, halita,

carbón y mica rayada;

y por la patria regada

antimonio y bentonita.

 

Su agricultura amerita

gran superficie sembrada,

de maíz, arroz, cebada,

sorgo y tomate perita.

 

Melón, lechosa, parchita,

mango y ciruela morada;

y en toda mata cargada

la fruta no se marchita.

 

Sus playas son exquisitas

de fina arena dorada,

corales de tez rosada

 bajo sus aguas habitan.

 

El Salto Ángel se acredita

ser la más alta cascada,

y cual feróz estocada

al suelo se precipita.

 

Es un Tepuy que levita

con una fuente encantada,

ostento por Dios creada

que entre las nubes dormita.

 

Y el Pico Bolívar grita

¡Ven a mi Sierra Nevada!

a dejar tu huella marcada

sobre la nieve te invita.

 

La historia allí quedó escrita

en tosca piedra labrada,

desde su base escarpada

hasta la cumbre infinita.

 

Al llano ven de visita

y con la tarde embrujada,

mira pasar la vacada

mientras en calma meditas.

 

Y si tu pecho se agita

con una linda tonada,

a la primera alborada

oye cantar la pavita.

 

Joven, gallarda y bonita

ensueño de bien amada,

mi Venezuela adorada

eres mi madre bendita.

 

 

Franklin Joel Blanco Aparicio.

Villa de Todos los Santos de Calabozo.

Venezuela.