…y me quedo quieta, en silencio, me hago dueña de mis pensamientos y de todo lo que llevo dentro. Me quedo así, inmutable, porque quiero sentir la melodía de mi corazón que la late al unísono de mis sueños y de mis deseos.
Y ahí, en medio de todas esas canciones y esos versos que me hacen música y poesía, estás tú, sereno como la brisa de verano. En ese momento todo se vuelve orden, los pensamientos se canalizan y se vuelven tú, en ese instante todo eres tú.
Y tu voz se vuelve la música que aquieta mis sentidos y los agudiza, puedo sentir el sonido de las hojas movidas por el viento, puedo ver a través de tu ojos y puedo sentir tu corazón latir al ritmo del mío. Se vuelve mucho más fácil respirar porque quiero respirarte, llenarme por completo de ti.
Tu mirada habla las palabras que deseo escuchar en silencio y tu voz se ausenta dejando que tus ojos sean los que digan lo que tu deseas decir, el tiempo se detiene y se queda quieto mirándonos, como si siempre estuvo esperando ese momento.
Y justo en ese instante cuando mi mirada te toca mientras la tuya se calma, cuando el silencio me habla y la música y se calla, cuando te acercas y siento tu respiración, entiendo que el momento llegó, que tú al fin llegaste y que yo nací para amarte.