GuillermoO

Un poema o Los colores del campo

 

Abro la puerta de mi casa,

pero no hay puerta

ni siquiera casa.

Sí un camino de tierra,

delgado,

que se pierde.

Vengo de besar a mis animales del delirio.

Para después seguir huyendo.

Golpeo la puerta.

Grito para que me abran.

Pero no hay puerta;

no hay nadie,

ni siquiera el viento moviendo las ramas de un árbol invisible.

Se oye una canción.

Sólo es el alma hueca de los desposeídos que llora.

¿A dónde ir?

Soy un hombre extraviado que se hace amigo de su exilio.

Él conoce todos los secretos del parque 

donde yo jugaba en ceremonias desaparecidas.

Me acompañan ahora los verdores cercanos del campo.

Iré allí,

y me entregaré liviano a algún color que invite a mi corazón

para que dance.

 

Mi canto será para ellos.

 

G.C.

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