Balada del hombre común
Soy un hombre común,
no soy sal ni desierto,
soy un rostro en la luz
que descifra su acierto:
el pedazo del pan
que me gano sudando
y el resquicio de amor
que te entrego soñando,
soy un hombre de paz
me cansó tanta guerra,
tanta herida civil,
tanto medo que aterra,
y a tu lado yo estoy,
cosechando el futuro,
si te vas ya no soy
y si vienes no hay muro,
que hay tanto que decir
que la palabra sobra,
qué mejor que escribir
junto a los que hacen obras,
escribir con sudor
levantando los mares
y, en la ciudad, el sol
con sus torres y azares,
hay tanto que aprender
de los días que mueren,
de los vasos sin sed
de los que ya no quieren,
hay tanto que olvidar
de las noches sin sueño,
que es mejor comenzar
a encendernos cual leño,
y es que me gusta ir
donde tú me has llevado
o que vayas por mi
donde aun no he llegado,
me gusta este crecer
de la noche a la aurora,
donde es lujo el deber
de besar sin demora,
y de dar lo mejor
en las calles del mundo,
que, simple como voy,
no hay nada más fecundo,
si me quieres tener
ya soy tuyo y lo sabes,
es cosa de volver
a entregarnos las llaves
de este día y su sol,
de esta fuerza y su manto,
ya lo ves, común soy,
sólo que a veces canto.
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