Jose de amercal

DOLOROSA DESPEDIDA

Con mis manos cerca del fuego,

Contemplaba el cuadro de su figura

y la luz que entraba por el ventanal.

Sus pupilas que se volvían como un  cristal

sus dedos dibujando música en el aire

y su mente hecha gorrión.

 

Admirarla sin perturbar su silencio,

era algo que alimentaba mis sueños

 y lo hacía a menudo.

Aquella tarde, bien sabía yo que sería diferente;

Ella  me regalaría un espacio más amplio en su corazón

y para siempre olvidaría mis errores.

Comencé despacio a recorrer metros de distancia entre su paz

y mi adiós sin vuelta...

De memoria sabía cada palabra que ella escucharía:

\"Esperaba un momento como éste para hacerlo,

esperaba esta calma y la sonrisa de tus ojos...

 No pienses que bajé los brazos, no.

 Mi lucha por tenerte ya es eterna

 y la llevo conmigo a donde vaya.

 No creas tampoco que he dejado de amarte;

quizás cuando pase esa puerta,

te ame aun más todavía y te haga menos daño.

Pero tengo que irme ya,

dejándote como última imagen de mi vida,

ésta calma alegre que hay entre los dos...

Es que más no puedo dejarte,

 ya que todo esto fue solo mío...

sé que esto será fácil,

 ya que no vas a pedirme que me quede;

 desde tu lugar me saludarás sin llanto,

 como si mi adiós fuese un hasta mañana.

No sé si esta fue la historia más bonita de amor que viví...

pero nunca dudes que para mí,

fue la historia de vida más importante en los años que llevo encima.

 Gracias por cada herida que nadie más volverá a abrir,

 ya que he aprendido a tu lado...

Ahora yo parto a vivir todo aquello que tu ya sufriste...

No digas nada por favor,

 mi adiós egoísta no quiere escucharte,

 prefiero irme imaginando que me quieres a tu lado.

Prefiero creer que soñábamos lo mismo.

Ya me voy, déjame por lo menos sentir hasta mañana algo de rencor...

que luego te rendiré un homenaje cada día

 y sembraré tu palabra en los lugares donde la gente no tenga sueños...

Su gesto no había cambiado y me escuchó por primera vez sin interrumpirme...

Saber que nunca me amó,

 dolía menos que mi adiós.

Y así me fui caminando,

borrando cada huella que mis pasos dejaban,

 para no recordar nunca el camino de regreso a casa.