kavanarudén

Salté al vacío

 

 

Encontrábame en el abismo de la vida habiendo perdido toda esperanza.

Al borde del mismo, me disponía a saltar.

El viento me negaba su frescor, el sol su caricia suave, el cielo su hermoso celeste, el ser humano su calor vital.

Te acercaste lentamente, sentí tu presencia, pero todo me daba igual en aquel momento. Extendiste tu mano, me aferraste fuertemente y, para mi sorpresa, saltaste conmigo, no resististe a mi lanzamiento. Tu presencia, fue mi impulso.

Tu mano sujeté y, cuando menos lo esperaba, comenzamos a volar.

El temor que me envolvía se desvaneció lánguidamente.

Volamos por lugares desconocidos, llenos de luz y esperanza.

Lágrimas abundantes bañaron mi rostro, volvía a manifestarse dentro la vida. Confié en mi y supe que podía. Solo tu presencia fue una bendición  

Te sostenía, me sostenías, ya ninguno se sentía solo en aquel volar sereno.

Una suave lluvia cubría nuestros cuerpos, sentía la bendición que descendía a través de esa agua pura, fina, refrescante.

Comprendí que solo vuela quien se lanza al vacío de la vida.

Que hay que tocar fondo, para poder impulsarse hasta las altas cimas de la existencia.