noreaoscar

Una vida sin frutos.

Ahí donde las nubes acarician las copas de los árboles, bajo la luna que canta.

Los sonidos, como lobos, bajan la ladera y se encarnan en el bosque.

El viajero que sentando escucha; el eco lo despierta.

Mas algo quizá no le permite correr a donde el canto.

Así, la vida que termina lo recuesta sobre hojas teñidas de sangre.

En su mente circula aquello que lo atormenta.

Su poca energía se convierte en llanto, entonces busca el brillo que a su vida no le ponga fin.

Pero al no hallarlo, los ojos firmes al cielo pierden la luz, la cual se absorbe por el suelo,

Y los pensamientos confusos le obligan a mirar atrás y notar que su felicidad lejos descansa.

La Luna canta y canta; y el hombre llora, mientras su corazón vida implora.