Marce lino pan y vino

LA IMPOTENCIA DE UNA MADRE

Esa era la casa,

verla por fuera

no era lo mismo que por dentro,

era como entrar de nuevo a la prisión,

sino fuera por mi mama,

de verdad no quisiera entrar,

solo las madres tienen eso,

nos transmiten amor y seguridad.

Con esto,

Recuerdo la historia de aquel niño perdido,

Que cuando le preguntaron como era su mama,

el solo sabía que era la mujer más bella del mundo,

su descripción fue como la mujer más inteligente,

muy fuerte y muy bella,

de ojos resplandecientes,

era la mejor doctora del mundo.

Cuando empezó la búsqueda,

nunca encontraban esa persona

que concordase con la descripción,

ninguna era lo suficiente bella para él,

hasta que una viejita con las lágrimas en los ojos,

sus manos temblorosas reflejaban impotencia,

lloraba de desespero porque se había perdido su hijo,

no era su único hijo, pero era el que se había perdido.

Su amor infinito

le había obligado a caminar mucho hasta encontrar.

Cuando aquel niño perdido vio a su mama desde lejos

la reconoció,

y corrió hacia ella a abrazarla,

a llenarla de cariño y ella de besos

a su hijo que estaba perdido.

La gente que había iniciado la búsqueda,

indignados por el engaño,

al principio querían castigar aquel niño por mentiroso,

hasta que alguien dijo:

No era la más bella para nosotros,

pero para el sí lo era,

el amor materno la adornaba

que solo los ojos de los hijos lo pueden ver.

Lo que para extraños,

es muchas veces asqueroso,

para las madres,

son solo rutina y obligaciones.

Nos limpian del orine

y del excremento que botamos todos los días,

no se quejan ni salen a vomitar,

solo lo hacen,

y cuando no había licuadora ni nada para triturar,

ella con mucho amor,

agarraba de alguna zanahoria,

la trituraba con sus dientes,

unas verdaderas muelas,

y se lo daba en boca a boca a su hijo

que aún no podía masticar.

Ellas, las madres,

tienen un sexto sentido,

aún no había tocado a la puerta,

ya ella estaba abriéndola,

con una sonrisa

que no había visto en ninguna otra mujer,

como de victoria,

como diciendo: yo te traje

pero me pregunto si eso fue coincidencia,

y no lo fue,

fueron el resultado

de una veinte veces que había asomado a la puerta.