Aquí es donde vengo cuando no quiero que nadie me encuentre..

Rosas y claveles…

Para qué escribir si tus ojos no miran lo que escribo,

Y mis dedos se corren en palabras que me hieren,

De suturas y quejidos,

De todo lo que ya no vuelve

Y de lo que hice volver.

 

Quien sabrá sobre los auténticos relatos que me colman a escondidas

De cualquier mirada peligrosa,

Y en su afán de descubrir mis telarañas se dañe con mi estaca,

La que clava y sana,

La que muere y resucita por lo mezquino del mundo,

Y en mi intención para evadirlo,

 postro el pecho como piedra,

 Impenetrable,

enfermo en sus adentros.

 

Y vuelvo a clavar la estaca,

La que cada vez puede menos,

La que ama, la que odia,

La que se figura en mil y hoy escribe un tanto de palabras

Despechadas.

 

¿A quién?

Quien sabe…

Porque en el camino se aparecen demasiadas sombras, 

Y no se distinguirte,

Y si volvieras…

Volvería a penetrar mi estaca,

Suplicando el más sublime de tus perdones.

 

Sacaría la estaca, como cualquier cosa,

Como si nada,

Preparándola para el más próximo de los encuentros:

Primero rosas y claveles,

Luego desprecio.