En tus noches de dolor seré
el corazón que late a tu lado.
Seré tu rayito de luz plateado
en tu noche poco estrellado.
Al escuchar tu adolorido suspirar
extenderé mi mano para secar
esa lágrima que corre en tu mejilla
y así ser tu compañero,
hasta que llegue la luz del día.
¿Cómo pudiera yo,
negarle mis brazos
a una criatura tan pura,
tan sencilla en su querer,
que hasta puedo lograr ver,
mis penas y alegrías reflejadas,
en su mismísimo ser?
Cuando seas un desierto abrasador,
yo seré la llovizna de amor
que te regará sin rencor
hasta que de ti brote un botón de flor,
y lo haré por la sencilla razón,
de que yo sé lo que es el sentir dolor.
Seré el techo cuyo peso nunca notarás,
mas al cernerse una tormenta,
muy bien sabrás,
que allí estaré para cobijarte,
y algo que jamás haré,
será el abandonarte.
En tus noches de paz
seré el hombre que te abraza
al compás de un bolero
suspirando promesas de amor eterno.
Podrás dormir en serenidad,
con tu corazón en tranquilidad,
porque bien sabes que mañana
no despertarás en la soledad.
Ahora bien,
si me encuentras digno de tu querer,
permíteme llegar a ser,
el hombre que te conozca,
hasta lo más profundo de tu ser.