Esperpento

Alba

A veces nos encontramos con la frente en el cuenco de la mano,
y caen de rabia lágrimas de libertad hiriente.
Mi cuarto, un gran ocaso diseñado por el miedo.
Hileras amarillas encienden avenidas crueles
mientras el ruido de esta senda tan poblada y desolada
revienta mis oídos.
Ennegrecen mi garganta mis gotas amargas, ya mudas,
y, tácito, mece el viento las bisagras de mi casa.
Un café me acompaña mi risa dormida.
He aquí el quemazón que me cubre el pecho,
mi voz durmiente se apaga...