Fernando Gil Morales

Ensoñación ajena XXVII

No. No expande el frescor de un día sin débito

a un día sin memoria,

o a un resplandor de grises tonos

sobre la loza y los pliegues sin hilo.

 

Que porque no haya más reloj

en el ansia del tramo oculto de todas las torres,

no voy a dejar de comprender

que tú no eres distante.

 

Seguro que la inseguridad

va en busca de todo río

y de toda agua.

Seguro que su deber

es como el perfil de una ventana de hielo

abierta en sus alas

por una respiración profunda.

 

No hay abrazo sin tiento,

ni gloria, ni efusión.

 

Pues los números te hicieron,

aconteció que el bramido de los sillares

amontonados en silencio

constituyeron: luna, tú, tú y el misterio

que no hubo sino en tu refugio.

 

Los manatiales dan su palabra

que hace de la fragilidad

su mismo horizonte.