40

El loco: El jardín. (Narración)

Cierto día Roxter y 40 se encontraban caminando, charlando, pensando y luego hablando. En uno de tantos temas e historias a Roxter se le ocurrió preguntar:

-¿Entonces, cómo fue? - Preguntó Roxter, sin despegar la vista del camino-.

-¿Cómo fue qué?- Respondió 40-.

-Cómo fue o en dónde fue que le dijiste a ella… ya sabes.

-Jaja, ciertamente hay momentos en los que se me olvida y otros en los que lo recuerdo como si todo fuese ayer-Respondió 40 con alegría-.

-Entonces dime- Insistió Roxter deteniéndose en medio del camino- ¿O tienes miedo de algo?

-No entiendo por qué quieres saber; pero de igual forma te lo diré.

 Entonces 40 caminó hacia la orilla del camino, se sentó sobre una roca y dijo:

“Recuerdo cómo lentamente el sol se iba ocultando, y la gran noche nos acobijaba a todos. Yo la tomé de la mano y le dije \"Necesito decirte algo\" y ella sólo sonrió y me siguió. Entonces la llevé a un pequeño jardín, donde el silencio era el único lenguaje y las ardillas e insectos, sus habitantes. Y nos sentamos en una gran roca, frente a un viejo árbol. Nos vimos a los ojos y aún puedo recordar el brillo en sus ojos y la forma de su sonrisa, y aunque yo sepa que ya existan; para mí su sonrisa era la luna y sus ojos las estrellas, mis estrellas. ¿Recuerdas también ese perfume que ella usaba? ¿El que no sabíamos si eran rosas o jazmines? Ese día hacía mucho frió y su perfume emanaba por todo el jardín, ella en ese momento era la rosa en ese jardín, la única rosa. Y aunque en ese momento sólo se escuchaba el sonido del viento acariciando las hojas, podría jurar que también escuchaba el sonido del mi pecho, siendo golpeado por el palpitar de mi corazón. Dios mío, tenía tanto miedo, estaba nervioso y tenía tanto miedo. Sentía que con sus respuestas mi mundo acabaría o cambiaría, sentía que estaba colgado a sus palabras. Pero entonces, uniendo sus manos con las mías y borrando mi temor en un suspiro le dije “Sabes que no me arrepiento de todos esos días decirte lo mucho que te quiero, estoy aquí para secar tus lágrimas, y me calmas cuando duermes en mis cicatrices. Pero el día de hoy me gustaría que a partir de ahora, seas mi único y mi todo, mi día y mi noche, mi vida y mi muerte, mi niña y mi mujer, mi pedazo de felicidad” Ella sólo me sonrió aún más y me dijo “Me encantaría serlo, sólo si tú no te alejas de mí”. Sentí en ese momento cómo moría y volvía a nacer y me acorrucaba en el seno de la felicidad misma ¿Puedes creerlo? Así que embriagado de felicidad y valor me acerqué hacia ella y besé sus finos y bellos labios y ella, justo después de que hice eso, me abrazó y quedó en silencio, yo no supe qué hacer, sólo hice lo mismo. Después me miró y me dijo “Vámonos de aquí”. Yo no le pregunté hacia dónde íbamos, sólo la seguí y no me arrepiento de haber hecho eso.”

-Vaya- Dijo Roxter seriamente- Había olvidado lo aburrido y sentimental que te pones cuando cuentas historias.

-Bueno, discúlpame por aburrirte contándote uno de mis más lindos recuerdos.- Añadió 40 con seriedad- Espero y por lo menos haya saciado tu curiosidad.

-Sí, supongo que sí.- Respondió Roxter.

Y habiendo dicho esto último, 40 se levantó y ambos continuaron caminando.