Alberto Montes de Oca

Nuevo y espléndido sentir.

Hablar con usted... Eso pide

a gritos este, ahora suyo,

corazón, que desde que la

miró, se interesó tanto en usted.

 

Estar con usted... Eso pide

pacientemente este, ahora suyo,

corazón, desde que le confesó

su sentir sincero y ahora creciente.

 

No estoy seguro de lo que

usted provoca en mí, en mi mente,

en mi corazón, pero no quiero

que esa sensación se aparte de mí.

 

No estoy seguro de por qué

con usted es diferente, tampoco

estoy seguro de por qué el sólo

verla me hace titubear tanto,

 

pero estoy seguro de que es

algo que no quiero dejar de sentir.

Yo no sé qué es lo que siento, sólo

tengo una ligera idea de lo que podría...

 

Le hablo a usted de esta manera

porque no sé otra para expresar

lo que siento cuando en mi corazón

siento martilleos que no lastiman,

 

que por el contrario, me dan más

vida. Quizá piense que exagero,

tal vez tenga usted razón, pero

no hay una manera de explicar

 

un sentimiento, de modo que no

parezca una exaltación del mismo,

pues cuando los sentimientos nos

llegan, nos exaltan y emocionan.

 

Así me hace sentir usted: emocionado...

Así me hacer escribir usted: exaltado...

Así me hace soñar usted: desenfrenado...

Así me pone usted el corazón: acelerado...

 

Emocionado, pues nunca había

invitado a nadie, como lo hice

con usted aquella tarde de Enero,

cuando me sonió apenada y reí igual...

 

Exaltado, pues  es un sentimiento

ajeno a lo que conocía hasta ahora,

impaciente por aprender a quererla

como un alma tan buena lo merece.

 

Desenfrenado, porque aun despierto

y en ausencia de su persona, la veo

sonriente, brillante, como sólo usted

sabe ser siempre, siempre alegre...

 

Acelerado, porque... Pues porque

me pone sumamente nervioso, cada 

vez que la veo caminar hacia mí o 

cuando me habla, me acelera el corazón...

 

De un corazón sincero y vanidoso a

un corazón noble y hermoso

Sofía C. C.