Cailin Wesler

Reflexiones

05/04/85

La historia de los hombre está formada de un sinfín de hechos repetidos,
tal vez no una sino mil veces.
Yo no sé lo que aún no hemos sufrido,
 lo que aún no hemos gozado,
 lo que aún nos aguarda, más allá,
 pero sé que llegará de una manera inexorable
 y que nos tendrá en cuenta a todos sin diferencias de razas,
 sin diferencias de color,
 a los que viven vegetando sentados,
 pero sí, estoy seguro que nadie se olvidará.
Seres que nacen,
 mientras que otros mueren,
 seres que se enamoran,
 pero también de aquellos que se quedan solos,
 seres que disfrutan la felicidad
 y otros que van regando lágrimas su camino.
Rosas que abren primorosos sus pimpollos
 y pétalos marchitos que el viento lleva a cualquier parte.
Son parecidos a los primeros balbuceos de todos los niños
 y el último suspiro del que agoniza.
Parecidas en cierto modo a la dulce dicha del amor compartido
 y el amargo escozor de la palabra adiós.
Las risas y lágrimas,
 la gloria inmaculada de la flor
 que todas las mañanas ve salir el sol en los jardines,
 y la inútil materia de un clavel reseco indiferentemente pisoteada.
En fin peregrinos somos de la vida
 y cuando ya no estemos,
 cuando hayamos alcanzado el final del camino,
 otros volverán a iniciarlo, para pasar idénticas vicisitudes,
 por los mismos caminos,
 las mismas alegrías y las mismas tristezas