Eugenio Sánchez

VALLECITO MÁGICO

Bajo un cielo azulado, entre peñascos,

con perfume  a molle y a eucalipto,

cual oasis florece el verde valle

acariciado  por el viento andino.

 

Pueblito  que quedaste allá en los andes,

 oculto en la oquedad  de aquel remanso

me unjo de ti  para escribir estos versos,

imbuido el corazón de sentimiento.

 

Eres el Edén  de místicos encantos,

mágico valle que embruja al peregrino,  

tus acequias y tus verdes praderas 

retratan   tu beldad   y tu grandeza.

 

Pueblito  esculpido  en mis recuerdos

cuyo aroma respiro  cada día

 en tus pozas tranquilas me  he bañado

y a la sombra de un sauce he dormido.

 

Si pudiera retroceder el tiempo,

si pudiera volver a ser un  niño,

volvería a montar en mi caballito de palo

y entre pencas y tunales correría.

 

Es tu río  espejo serpenteante

cuyas aguas se deslizan  tranquilas

y por las noches los inquietos duendes

van danzando al  ritmo de tambores .

 

 Cuando voy por  el mundo  solo y triste 

arrastrando las penas de la vida

vuelvo a ti imaginariamente

y se troca el dolor en regocijo.

 

En la fresca mañana del  mes  de mayo

el  maguey  arrogante abre  sus flores 

y  antes que llegue el sol, los picaflores

besan  de una en una   con  sutil destreza.

 

Tus riscos, tus caminos  son testigos

de mi ir y venir  bajo tu cielo

y como aprendiz de poeta te dedico

estas letras que son mi humilde ofrenda.

 

Si yo fuera pintor  te pintaría

en ese  lienzo azul del universo

la figura  de   tus soleados días,

tal vez la luz de tu luna de otoño

 

o la  imagen que perenniza mi alma

de un manto arrebolado  tras la lluvia,

que se apaga en el horizonte inmenso

donde muere mi  verbo y mis angustias.  

 

José Eugenio Sánchez Bacilio