Isaac Amenemope

SIN RESERVAS

El centro del resplandor es un ojo opaco

En donde se disuelven como espejismos de agua los colores.
Es un aliviadero de contrastes que recorre cada rincón ilusionado
Por las caricias de la luz,
E infiltra de visiones el capilar incorpóreo de la esfera.

El Sol que cuida la luz de los amaneceres
Es el reino de las aproximaciones;
La parva dorada irrigada de lirios y contagiada de pólenes
De lancetes insistentes que rayan en la confluencia de mil fotones.

Tema para la suspensión,
Y el otolítico remolino de pequeñas fibras
Trastornando la gijarronera
Y proponiendo el arroyo
Lo mismo que una llevadera emoción capaz de infiltrarse
Y de arrastrar perspicazmente lo guardado en la materia.

Adentro un concierto de sofismas impregnados
Con hilillos de musgo y gránulos de cuarzo;
Una leve impresión batiéndose en el cambio
Y prendiéndose en la estación para no quedarse a solas.

Por debajo el banco de las sensaciones
Como un millón de peces moviéndose
En distintas direcciones;
Huyendo desorientadamente del frio, del dolor,
De las redes del expresionismo…

Por arriba el oleaje, y la cresta instantánea
Significando la ruptura de lo susceptible,
Justo allí en donde lo débil deja de quebrarse
Y lo inquebrantable empieza por petrificarse.

Filtra corazón
Estrellas en el cielo.
Deja para tus ojos la ranura
Y para mi suelo la razón,
Para tu centro la espesura
Y para mi periplo la pasión.