Rafa Rivas

Triste Olvido.

TRISTE OLVIDO.

 

No sé qué piensas cuando me miras, ni siquiera sé si piensas o sólo observas aprendiendo o intentando aprender de nuevo todo aquello que olvidaste…

 

Se desvaneció en el vacío lo que fuiste y tuvo sentido, se marchitó la chispa de lo vivido, todo aquello que hiciste, lo que soñaste, lo que forjaste en tu camino, se disipó en tinieblas y sinsentidos que te acechaban ya tiempo, en el recodo de los caminos.

Fuiste fuerte como mástil de bergantín marino, risueño como los niños, noble como un buen padre y amable como un amigo, te apagaste entre olvidos y poco a poco se fue tu esencia, dejando sólo la sombra de miradas en una presencia, de silencios atronadores que al recordarte son ya dolores en mi corazón y mi inclemencia.

 

Maldita enfermedad mísera, es aquella que al llegar en vez de hacerte sangrar se llevó tu conciencia, es esa que entró en ti, haciéndote a ti salir para dejar imagen sin alma. Y al verte así, sin tus armas, esas de luchador que siempre planto fulgor en la peor de las batallas, se me encoge la razón, se me arruga el corazón por mirarte y no verte, por abrazarte y no sentirte, por quedarme siempre esperando a que vuelva a ti un conato de lo que un día nos unió, y al sentir ese “no”, el “no” más atronador por ser un “no” sin palabras, un silencio en tu mirada, un parecer que me gritas…qué dices? No entiendo nada… Te cojo sutil de la mano, te acaricio el semblante y entre mis manos temblorosas dejo dormir una rosa que sin conciencia es hermosa, dejo partir al amigo, al padre, la madre o primo, dejo sin entender, lo que de uno puede hacer la enfermedad del olvido, el mal más errante, aquel que quien no lo ha vivido, nunca sabrá que es sufrir al ver a alguien querido partir teniéndolo, aún delante…

 

Autor. Rafael Rivas.

 

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