Alberto Moll

En tus ramas

Como un guardián vigoroso

del paisaje

yo te encontré en mi camino.

 

Eras el olmo sagrado:

fascinante

parábola de la vida.

 

A tu fronda centenaria

y apacible

elevé mi humilde voz.

 

Y, en tu ramaje imponente,

mis palabras

entrelazadas quedaron.

 

¡Que mi palabra en tus ramas,

con el viento,

se torne en himno de paz!

 

¡Que mi voz entre tus hojas

temblorosas

sea un murmullo de esperanza!

 

¡Que asociada al ulular

de los cierzos

clame contra la injusticia!

 

Y en el silencio final

de mi muerte,

sea tu llanto una hoja.

 

                             Sólo una.