Hugo Emilio Ocanto

Me acuerdo (Poema) (Cruzada por la vida) Autor: Raúl Daniel - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

Me acuerdo que te vi por primera vez al salir del almacén;

tú ibas caminando por la acera,

charlando despreocupadamente con una compañera.

Me acuerdo que quedé sumamente impresionado,

y quise que me vieras...

Me acuerdo que te dije que eras hermosa

como un amanecer de rocío sobre mil rosas.

Me acuerdo que me sonreíste sin decirme nada,

y seguiste rumbo a tu casa...

yo quedé parado al lado de un árbol,

clavado, sin poder moverme,

árbol yo también, sin atinar a ir para ningún lado...


No sé si fue en ese momento que me enamoré, pero,

me acuerdo que ya no pude pensar en otra cosa,

solamente en ti y en cómo conquistarte,

averiguar tu nombre... dónde vivías...

si tenías novio... si me querrías.


Después todo fue una vorágine de sueños,

de lanzarme al aire sin medir riesgos...

Y te avasallé, como hacen los corsarios,

sin darte la más mínima tregua,

te rodee de mis requerimientos,

y ganaron al poco tiempo, mi verbo alado

y mi corazón intrépido.


Y me amaste tú también.


Me acuerdo que era  invierno cuando te di mi primer beso,

y que te pusiste roja, y me dijiste \"te quiero\".


La primavera llegó como llegan todas las cosas,

 y nos avasalló la pasión con sus emociones y su ensoñación...

y nuestros cuerpos se volvieron uno,

y yo te asía a mí con la fuerza de una anaconda a su presa.


Era tan hermoso todo, tan embriagante,

que sin pensarlo, un buen día dejamos de cuidarnos,

y sucedió lo inevitable en estos casos...


La noticia nos tragó como un feroz tornado,

los dos éramos demasiado jóvenes para ser padres,

y el miedo nos ganó, y nos volvimos cobardes.


Me acuerdo que te vi partir, el siguiente invierno,

te llevaba tu mamá a la campaña...

y ya no te prendía todo tu tapadito de cuero,

ese que un año antes se te pegaba al cuerpo.


Yo me volví árbol otra vez, árbol de hielo;

¡estúpido árbol que temblaba ante tan poco viento!


Me volví piedra sin movimiento, en la vereda, ¡hecho estiércol!,

me acuerdo bien, y no me olvido...que fue en el mismo sitio,

donde te dije que eras hermosa

como rocío amanecido sobre las rosas...


A los pocos meses me enteré que se mudó de casa toda tu familia;

nadie supo decirme donde, yo no atiné a buscarte,

¡me faltaba mucho coraje aún para ser un hombre!


Así que seguí haciendo vida de árbol.


Pasaron muchos años... Siempre me acuerdo de ti...

Y te extraño... Nunca fui feliz...


A veces pienso en buscarte y llevarte rosas,

decirte que te amo;

pero, a fuerza de ser árbol, no lo hago...

( Los árboles no saben de esas cosas).