Eugenio Sánchez

PONCHITO ANDINO

 

Compañero de mis tardes de invierno,

cobertor de  mis maltrechos huesos.

Para descansar eres  mi cama,

para protegerme del sol eres mi techo,

mi cortina y especialmente  mi almohada

y muchas veces hasta de soga te he usado,

para cargar  la leña o los choclos de mayo,

y cuando  me urge viajar fortuitamente

en mi rocín sin aparejo alguno,

eres la solución, el sobrepelo .

 

Los borrachos para pelear es lo primero

que el ponchito y el sombrero botan al suelo

y después de revolcados o ensangrentados todo,

cogen  el poncho que le sirve  de pañuelo

y entre desvarío y desvarío arrastrándolo vuelven a la cantina.

 

 

Hay ponchito, compañero de mis penas,

sólo tú eres testigo de mi sufrimiento,

 de mis fatigas y  mis vacilaciones,

de mis cuitas de amor, de mis lamentos,

de mis desengaños y también  mis alegrías;

con tu color marrón de nogal ribereño

y tu pelaje peinado con cardón,

eres tan suave y dócil cual fino terciopelo.

 

 Cuando la lluvia intensa arremete con furia

y del sombrero corre   agua cristalina,

tu eres mi escudo protector mi único alivio.

´Hay ponchito de lana, ponchito mío,

compadre  de la faja y la ancestral ojota,

del sombrero más  barato y más sencillo

del campesino, del pastor y del arriero,

hasta un palma del hacendado el más fino.

 

Cuando estás ya viejo y deshilachado todo,

sino terminas de estropajo o colchón del perro

servirás talvez para prender el fuego.

 

Por eso amigo mío hoy que de ti me acuerdo,

recuerdo de lo bueno y  lo malo que compartimos

y para agradecer tus  indulgencias

 te  dedico mi alma  en poesía,

en estos versos que son mi humilde ofrenda,

para ti que fuiste y serás mi fiel amigo,

hay ponchito de lana, ponchito mío.

 

 

Eugenio Sánchez Bacilio