Albin Lainez

perentorios

 

 

 

Encrucijadas del trance vital, eso es lo que te ocurre. Resguarda a los niños de quejas y súplicas que no conducen a ninguna parte y son mal ejemplo. Un bálsamo es que tu aroma resistirá hasta el siguiente curso, imponiendo una estela de recuerdos fragantes. Eres bestia, aunque razones en grado superlativo, pero se sabe que el transeúnte humano rompe moldes que naturaleza viva dispone, mientras sus pies le conducen hacia la imperfección de la muerte anunciada. Cantarán los cadáveres en ronda su himno perentorio, y aún quedará tiempo para cancelar asuntos pendientes con la justicia, con la familia, hasta consigo mismo. No aflijas, no contentes. Existen aguas profundas circulando bajo el mentón de tus vestidos. Y es inútil dirimir con lo predestinado, reservada se halla esa cruz para sombra de tu silencio. Fatídica y categórica. ¿Qué puede inquietarte?. ¿Acaso no haz pulsado antes un latir en apariencia?. Sufriré por la partida, oh sí, mas conforta saber que quedas en buenas manos, esas mismas que ya amasan la sustancia con que moldear un nuevo socio, el que vendrá a llenar este vacío inconsolable que dejo. Adiós fiel amigo, mi cuasi análogo, un aspecto mío queda contigo. Se cumplió el término acordado desde antes de nuestra alianza. Dedícate a yacer sin respiro, pues yo no concibo la sucesión almaquenada. Hoy, ayer, mañana, inauguro la nueva tez sobre las rutas, sin consultar calendarios ni fechas de entrega. Y memorizo adioses para los difuntos que procreo en momentos de ocio a contrarreloj