kavanarudén

Tiempo



Escucho en este momento el tiempo pasar.

 

Lo acompaña su característico olor ocre fresco.

 

Extiendo mis manos para aferrarlo, pero se escapa de mis manos, como la arena de la playa.

 

Mirada nostálgica tiene el tiempo, de un azul oscuro intenso que recuerda el mar profundo, sereno, lejano.

 

Serenamente acelerado en su deslizarse parco, se pierde en el horizonte.

Verlo me hace sentir serenamente agitado, buscándole un sentido al sin sentido, a una locura cuerda que se pierde en los meandros recónditos de mi mente errante.

 

¡Oh dulzura amargamente intensa, que mi alma siente en su sutil pasar!

 

En vano mi deseo de detenerlo para siempre. El deseo que nuestras miradas se fundieran en un espacio finamente eterno; perderme en su interior sin fondo, sin límites, sin cordura alguna.

 

Espacio sempiterno, que serenamente se abre, ante mis ojos cansados.

Voces lejanas de momentos eternos del pasado se hacen presente en mi ancho tórax.


Respiro, respiro profundamente, mientras siento mis pulmones llenarse del fino aire puro, que me dona la vida, el aliento.

 

Extiendo mis brazos queriendo ser uno con todo lo que me rodea, perderme agónicamente en el  simple compás del vuelo frágil y volátil de un ave migratoria. Migrar, sí, migrar a parajes desconocidos, mágicos, perdidos, en el lugar que no existe ni existirá, en donde mi alma logra ser libre, serena, eterna.

 

El tiempo acaricia suavemente mi deleznable piel desnuda.

A su suave toco me erizo; siento un escalofrío que me recorre entero, obligándome a cerrar mis ojos, arrancándome un gemido profundo. Cayéronse y rompiéronse todas mis resistencias. Poseyóme el tiempo, fui suyo, fue mío…

 

Pobre iluso de mi, pensé haberlo atrapado para siempre, pero no fue así. La miel  amarga de sus labios, destiló por mi barba, empapó mi gris pecho, ungiéndome sacramente como a un ser de luz. Aun su sabor perdura en mi y seguro que mi sabor perdura en él.

 

Me desperté abandonado en una playa desierta, en las que sus olas secas mojaban profundamente mi ser sempinterno. Abriendo mis ojos sentí la soledad intensa que poco a poco me tomaba entre sus fuertes brazos, trayéndome de nuevo a mi realidad, mi realidad, mi pobre y cruel realidad…

 

Tiempo, mi tiempo, tiempo…