Estoy enfermo de poesía,
pienso en versos todo el día,
mi alma sobrecogida vibra en rima.
Estoy enfermo de poesía,
mi piel siente los colores,
mi vista capta el sonido;
el teatro del Universo,
en sinfónica armonía,
entremezcla sus actores
en la mente mía.
Estoy enfermo de poesía,
prisionero de amores y de lejanías;
con agonías perennes
y desiertas apatías,
agazapadas en los ciernes
de mi melancolía.
Estoy enfermo de poesía,
enamorado del amor
y arrastrando en la vida
una herida tan antigua,
que ya es amiga, ... y acompaña;
que, por vieja, gastó su dolor
y, cuando no daña... se extraña.
Estoy enfermo de poesía,
de ritmo, cántico, loor,
fantasía… y de amor...
nada me aterra más
que no sentir este sentimiento
... y acepto sufrir ¡y lo prefiero,
a no tenerlo!
Estoy enfermo de poesía
y, en mi enfermedad,
me entrego a la agonía;
y no quiero consuelo,
¡mi enfermedad es mía!
Sufrir y morir día a día,
ya es mi forma de vida!
Estoy enfermo de poesía y lo prefiero...
a la materialista y gris
salud del mundo entero.
Estoy enfermo de poesía
y esto me va a matar,
lo sé muy bien... y conscientemente:
¡no me quiero curar!