Te esperé siempre
entre las nubes soñando
en la penumbra de la noche
y el alba de cada día.
Te esperé impacientemente, más no llegaste.
Las horas pasaron, los días, los años...
y ni una señal me diste
para saber si vendrías.
El tiempo está agotado
y no puedo esperarte más.
Vendrás quizás para otra
pero hacia mí, no será.
Guardaré en mi herido corazón
caricias, besos y abrazos...
y éste amor infinito mío
que en silencio ha sido tuyo.
Por siempre en mi vivirás,
por siempre, aunque no te tuve.
Y aunque me hubieras negado
la dicha de ser mamá... hijo mío!