Sus caderas olían a estrellas
a canela, su sonrisa
y un olor a lluvia
tenía su cabellera.
Olor a pan horneado
tenía su risa,
Su corazón aterciopelado
olía a flores de altamisa
y su sombra escurridiza
olía a ramas de albahaca…
Olían sus suspiros
a rosas blancas
y sus enojos y miedos
olían a distancia y a caramelo.
Sus sueños olían
a pasto recién cortado
sus mañanas
olían a días nublados…
Sus ayeres olían
a pájaro enjaulado.
Sus caricias olían a café,
sus gemidos olían a miel
y sus pisadas
de suaves ternura
olían a chocolate
y a piña madura.
Sus poros
olían a playa
sus deseos
a flor temprana
sus palabras
olían a poemas,
sus miradas
a hierba buena…
Siempre disfruté olfatearla
porque era toda ella
un olor a arco iris
con tintes de primavera.
Original de: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo Venezuela
Diciembre 2013