bigangel

LO VACUO Y LO NECESARIO

 

Cuando hablo de espíritus libres no puedo evitar pensar en la forma en que lo expresó alguien a quien amo, en algún momento hermoso, de esos a los que me acostumbró y los que permanentemente me niego, no por no querer disfrutarlos, no por no añorarlos todos los días, como en verdad lo hago, solo por esa certeza, que me llena y me muestra a cada momento, lo destructivo y lo inconveniente que puede ser la presencia de alguien, que como yo, solo es capaz de dar momentos, mas es totalmente incompetente a la hora de que esos momentos se vuelvan continuos en el tiempo,  no por no querer, sólo por ser incapaz de aprender a permanecer, como lo diría ese amor bonito, un ciudadano del mundo, que mas le pertenece al mundo propio, que a aquellos a quienes debería pertenecer.

 

 

Llegar a entender que eso que no es comprendido, esas ganas de irse, de salir, no es vacuidad, no es desapego, no es irresponsabilidad, ni es, no respetar nexos, alianzas o compromisos, es sólo la necesidad extrema y ciento por ciento humana de cambiar, de moverse, de fluctuar, un acto natural que desempeñamos desde el principio, un acto de inconformidad, que nos ha hecho desarrollarnos y descubrirnos a nosotros mismos a lo largo de nuestra propia historia.

 

Ese vacío autoimpuesto que llena nuestro mundo simple y que sólo cambiamos por la libertad, que es malentendida por la mayoría, esa  que nos gusta y que muy pocos tenemos la decencia de admitir, esa soledad que llena nuestras madrugadas y que alimenta nuestras vidas, esa que nos intranquiliza la vida, que nos hace inconformes, que nos hace no convenientes o extraños para muchos, pero que nos hace perfectos para nuestra naturaleza de solitarios anacoretas del mundo propio, entregados a nuestra penitencia de autodestrucción y vida, que da la plenitud de estar sólo acompañados por nuestro mejor enemigo.