De la vida apoyado en mi bastón,
caminando sin dirección ninguna,
observo como pasan una a una
las vivencias de mi viejo corazón.
Mientras tanto tarareo una canción
que aprendí de mi madre allá en la cuna,
lanzo notas y clamo a la fortuna
al ritmo que me marca el diapasón.
¡Cómo recuerdo en mi vida la razón
del pueblito, mi escuela, mis maestros!
mis juegos a la pelota en el frontón,
en fin, todos los sueños eran nuestros.
¿Por qué aquella inocencia se murió?
¿Por qué dimos plantón a la alegría?
¿Quién suplantó en nuestra mente la ilusión?
¿Con qué señuelo ahogaron nuestras vidas?
Hoy lamentos no son la solución.
De nada sirve ya decir lo siento.
Pienso en mi madre y reanudo su canción
observando como trascurre el tiempo.
©donaciano bueno