Sandro Tovar

Cosas del desamor

Todo aburre y más a los aviesos  del sentimiento vano, de las formas mal hechas, de los formatos y las palabras cortas mal dichas, mal puestas. Tanto aburrimiento hay entre cada dia, incluso entre cada racimo de días, años aburridos dentro de la vida, así contemplo el mundo, y cuando volteo, la veo, a ella la esposa aburrida y triste, veo en sus ojos la chispa que clama por una atención, un algo que nadie ha comprendido nunca, y al tiempo otros ojos que hacían cuatro en pareja se cierran para abrirse en otra parte.

A veces me pregunto la razón, y me contesto siempre igual, ¡está simplemente aburrida! Le aburre el deseo de la tarde, le aburre el recuerdo de aquello que no fue, le aburre tanto desperdicio urgente de caricias. Y sin en cambio busca entre las calles, entre los anuncios bellos, y en ese lugar que sueña y que le devuelve al mismo sitio aburrido y triste. La devuelve a su realidad, a su cotidiano rumbo de tremendo sentimiento ajeno, querer amar, amarme, ya se le ha olvidado.

Siempre he creído que los primeros días nos dan las mejores emociones, los primeros días de nacido cuando todos dicen precioso hermoso en una analogía a la peor de las comedias que haya visto, los primeros días de escuela consiente, cuando todo es nuevo, uniforme limpio y zapatos nuevos, corte al pelo, y una actitud de timidez y triunfo que te hace anudar la lengua ante los extraños, o los primeros días de novio, cuando el primer beso te hace sentir que en la vida no hay más por conocer, tu primera relación sexual, tu primer marido, tu primera borrachera, tu primera aventura, tu primera vez en algo diferente, un amigo, un amor secreto, ese que te saca del aburrimiento, que te lleva a ninguna parte, que te vuelve a ser un ente al lado del camino.

Todo eso tienen los primeros días y los recordamos siempre, y queremos que esos días fueron lo mejor, que fue la esencia que nos convirtió en lo que somos hoy, y queremos que regresen, queremos sentirlos nuevamente, sentir un beso como la primera vez, amar como antes, cuando niños, cuando se despertaba el eros que llevamos dentro.

Por eso ella busca, y es así que veo, en su fulgurante vista, en su singular deseo, cuando mira al lado mío ese aburrimiento.

Yo no quiero que se vaya, pero a veces lo deseo, de mirarla turbia, de querer ser bueno, no, lo que yo quisiera es quererla, como aquellos días, como cuando fuimos nuevos, como los primeros días del amor enfermo, pero me sonríen otras caras, y me dicen bello, tantas cosas para terminar el tedio, y me siento extraño, palidezco cuando pienso, que quizá y la vida me avisaba de esto, pero somos necios y quisimos fuego.

Y si volviera el amor. Si, si tuviera aquella esencia de mis años nuevos, se apartaría el aburrimiento que los dos tenemos, pero eso es como nacer de nuevo, para que te digan que eres bueno, hermoso, tierno, que se yo. Como los primeros días cuando empezamos esto.

Así se vive al dia, así se siente uno mal casado, y la solución no es otra que salir de lado, apartarte dignamente antes que te den por apaleado. Y si miras bien mi querido(a) lector, que entre calle y calle se desliza el desamor, en la cara ausente de los dos que van atados, mira bien y encontraras que, entre cada quien entre cada verso, te desnuda la apatía del que escribe sin haber amado.

Gracias doy.